Fragmentos – Los dolores

Maritza L. Félix
2 min readFeb 6, 2019

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Las alas rotas no duelen cuando están guardadas; si no se mueven parecen perfectas, suaves, brillantes, dulces para la vista. Pero están rancias por la falta de cariños del aire; están pegadas por el tiempo y el miedo, por el recuerdo de lo mucho que les dolió quebrarse.

Pero los que tienen alas no nacieron para conformarse en tierra. Después de un tiempo, que usualmente es mucho más largo que la sanación misma, empiezan a sentir la nostalgia del cielo y el cosquilleo en las plumas. Quieren volar, pero se sienten discapacitados, incompletos, se les ha olvidado cómo y los aterriza el miedo; sí, el dolor -o su mero recuerdo- los hizo echar unas raíces que no florecen, se entierran en lo más húmedo y profundo, en un instinto de supervivencia.

Así mi espalda, mis vértebras y mis hernias. Rotas, descompuestas. Son mis dolores apachurrados por el destino. Son la burla del atropellamiento. Son la columna de mis miedos y la armadura del corazón.

Tengo el esqueleto chueco, rígido y autoritario. Está entumido como alguno de mis sueños. Le cuesta moverse, sacudirse y fluir. Se duerme y deja de reaccionar. Me traiciona. Juega conmigo. Hay días que me abraza como si fuéramos amantes y otros que me castiga con el despecho de un infiel. Es caprichoso, más que yo.

Soy prisionera de mis huesos y mi carne. Pero me escapo. Tengo suerte de no tener las alas en la espalda; se salvaron, las muy canijas florecieron en el alma. Todavía puedo volar, hasta que se me rompan estas también. Y quizá entonces me florezcan en los brazos, los ojos o los pies. Un ser con alas remendadas, quizá eso es lo que he estoy destinada a ser. Me gusta. Ahí está mi belleza, en mis fracturas y mis dolores, en las cicatrices y las huellas.

Tengo mucha suerte.

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Maritza L. Félix

Periodista. Escritora. Amante de las letras. #ToñitaMachetes con los acentos bien puestos.